La sangre mana y transita con lentitud a lo largo del brazo. Gota a gota se va inundando el suelo del compartimento. Carlos no le da importancia a esos detalles. Ahora su vida depende de algo superior que desangrarse: descubrir el rostro de su hijo antes de fallecer y sentir que no se ha hecho todo mal.
El destino no llega, ni siquiera se intuye en el horizonte. El viejo tren recorre los campos vacíos. El ruido de máquinas desaparece y reina la paz. El cielo se torna rojizo.
1 comentario:
Esperar es la peor manera que hay de perder el tiempo. La vida manifiesta su transcurso de tantas maneras que parece absurdo esperar una sola cosa entre tantas que ocurren, muchas de ellas bellas.
Apenas me animo a leer tus cuentos. Gracias, son muy buenos, hasta por lo que no se lee!
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