jueves, 30 de octubre de 2008

Hastío



Amplios pasillos y ventanales. La simetría transporta a un mundo hipnótico y asfixiante. Te mueves con cautela buscando una excusa para evadirte de la monotonía del lugar. Pero solo hay pasillos y resquicios de una civilización pasada. Estatuas mortecinas y silenciosas que observan tus movimientos. Lámparas herrumbrosas que en su día alumbraron grandes festejos. Tus ojos tiemblan de angustia. Necesitas compañía. Alguien a quien contar tus temores, tus penas, tus ilusiones. Los bustos pétreos te escuchan pero no responden, parece que juzgan en silencio tus actos. Un múrido corre desconcertado de un lado a otro y tú le comprendes. Así empezaste tu viaje pero correr no lleva a ningún sitio aparte de al cansancio. Una voz femenina rompe el silencio de años. El viejo hotel adquiere nuevas tonalidades. Corres en busca de esa voz temiendo que no sea real. Adelantas a la rata que te mira sorprendida. Te tropiezas, caes y te levantas. Por un golpe no vas a detenerte. La voz se repite y sonríes. La mente no juega tan malas pasadas. La voz proviene del salón de baile. Entras y la ves. Está sentada en el suelo, cantando. Te acercas, la miras y te sientas a su lado. Ella no se sorprende de tu aparición. Sigue cantando feliz. Le hablas, le cuentas todo lo ocurrido y lo que significa para ti haberla encontrado. Ella se rasca un poco la nariz y sigue cantando. No le da importancia a tus palabras. No lo resistes. Alargas un brazo con intención de agitarla. Cuando tus dedos están a punto de encontrarse con su cuerpo, desaparece. Se cuerpo se desvanece como cualquier recuerdo. Lloras con fuerza. Todo se vuelve a repetir. Vuelves a caminar por los pasillos. Vuelves a la rutina. Este sueño no te gusta nada pero no te queda más remedio que seguir en él eternamente.

No hay comentarios: