Sueños rotos
De pie el labrador se hallaba
contemplando el horizonte.
El verde intenso del monte
su infancia le recordaba...
y una lágrima brotaba.
¡Cuánto tiempo hemos perdido!
¡Qué poco tarda el olvido
en llegar a nuestras almas!
No aguanta nada la calma
nuestro corazón dolido.
2 comentarios:
Ciertamente, la paz y la calma son cada vez mas raras, que resulta lo que más nos conmueve e impresiona cuando nos las encontramos por sorpresa.
Grande! Donde aprendiste a rimar, viejo?
Deberás explicarme, el motivo de este nuevo poema. Un saludo.
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