
Me escondí de tu mirada
endeudado, malherido,
en un huerto de manzanas
de temores y de ayudas.
Me deshice de mi cuerpo,
me perdí entre los recuerdos,
recé sacras oraciones
y aprendí a vencer las dudas.
Las manzanas y temores
me sirvieron de alimento
y las ayudas me hirieron,
destrozándome por dentro.
Me volví ciego y cobarde,
ambidiestro y caradura,
por creerme tus verdades,
por engañar tus mentiras.
En aquel huerto olvidado
donde solo existen ruinas,
aquella noche de marzo
sentí que mi alma moría.
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